La vigencia de la Crítica de la Economía Política de Carlos Marx

Miguel Ángel Lara Sánchez[1]

El derrumbe de la URSS y en general la crisis del movimiento socialista de fines de la década de los 80 del siglo XX, provocaron una contraofensiva ideológica de todas las fracciones de la burguesía, la desmoralización del pensamiento revolucionario y, en particular, el abandono de la concepción del mundo de Marx y Engels entre muchos de quienes habían guiado su vida en torno a esta manera de apreciar la realidad.

Así como años antes de dicha crisis declararse marxista se había convertido en una prestigiosa moda entre el mundo intelectual y político, de la misma manera a partir de los 90s renegar de él y distanciarse lo más lejos posible se hizo algo común. Y sucedió así tanto en la visión de conjunto como en cada una de sus partes componentes. No se diga en el terreno de su Crítica de la Economía Política, una de las bases esenciales de la construcción del pensamiento marxista.

Unos sostienen que lo escrito por Marx y Engels en su Economía fue refutado por el fracaso del socialismo que se construyó en el siglo pasado, sobre todo el ruso y el europeo, mientras que otros, más moderados en su descalificación, plantean que lo rescatable es su método.

¿Por qué estudiar la Economía Política? Nos dice Marx en su célebre Prólogo de la Contribución a la Crítica de la Economía Política que, analizando las relaciones jurídicas y las formas de Estado como expresiones de las condiciones materiales vida de los hombres y no como fenómenos que tienen explicación por sí mismos o por alguna forma idealista de pensamiento, encontró que el conjunto de esas determinadas condiciones materiales, bautizadas por Hegel bajo el concepto de sociedad civil, tienen su explicación en la Economía Política: “la anatomía de la sociedad civil hay que buscarla en la Economía Política”[2].

Por ello, al explicar el objeto de estudio de su obra El Capital, nos dice que se propone investigar “el régimen capitalista de producción y las relaciones de producción y circulación que a él corresponden.” Su preocupación radica justamente en el estudio de las condiciones materiales de vida de la sociedad burguesa, el análisis de su origen, evolución y decadencia. Pero no el grado de desarrollo que han alcanzado las contradicciones que brotan de las leyes que regulan su funcionamiento, sino las leyes en sí, y en particular el estudio de “la ley económica que preside el movimiento de la sociedad moderna”[3], es decir el mecanismo mediante el cual se produce la plusvalía y la reproducción del capital, que es la base del sistema.

Pero la investigación de Marx no se detiene aquí, sino que además se propone estudiar las tendencias que se derivan de dichas leyes. Así pues, si se cuestiona la Crítica de la Economía Política de Marx y Engels, en realidad se está cuestionando la validez científica del estudio del régimen capitalista de producción y de las leyes a él inherentes. Y si esto fuera así, ¿qué explicación ofrecen estos detractores sobre la dinámica capitalista? ¿Cuál es su propuesta sobre las leyes que determinan su funcionamiento? ¿Qué explicación dan a la relación esencial que explica el metabolismo global del sistema? Si no es la obtención de plusvalía mediante la explotación del trabajo asalariado, ¿cuál es su motor principal? De esto no dicen absolutamente nada.

Pero quizás la crítica está en eso que Marx añade inmediatamente después de indicarnos que se propone estudiar las leyes en sí, es decir, las “tendencias, que actúan y se imponen con férrea necesidad”, pues justamente entre tales tendencias se encuentra la disolución misma de la relación de capital; semejante descalificación nos lleva al terreno de que el capitalismo es eterno, tal y como desde la edad temprana del régimen capitalista de producción vienen coreando sus ideólogos, economistas y defensores a sueldo.

Decir que falló Marx en el análisis de las tendencias plasmadas en la Crítica de la Economía Política porque colapsó el socialismo europeo y la antigua URSS, lo que revela es que quienes así piensan no han comprendido, aún que lo que cayó fue una forma de sociedad que con el tiempo se fue alejando de las bases fundamentales económico-sociales para la construcción del socialismo, pero no así el proceso mediante el cual la relación de capital va perdiendo fuerza hasta colapsar, a partir del desarrollo de sus propias contradicciones. Tampoco comprenden la solución que toman dichas contradicciones bajo la forma de una sociedad donde se anula la propiedad privada de los medios de producción mediante la propiedad social de los mismos.

Todo lo contrario: esas tendencias expuestas magistralmente en El Capital, en las Teorías sobre la Plusvalía, en los Manuscritos de 1844 y sobre todo en los Borradores (Gründrisse), hoy vemos que no sólo siguen presentándose, sino que además se han agudizado y se siguen imponiendo con esa férrea necesidad, como lo planteara Marx. Nada más véase, a título de ejemplo, el proceso de expulsión del trabajo humano del proceso laboral para convertirse en “pastor de máquinas”, como se demuestra en la última obra citada, realidad que ya estamos viviendo desde hace poco más de diez años en las ramas industriales más automatizadas, o bien, la gran magnitud que ha alcanzado el ejército de desempleados a nivel planetario o los grandes volúmenes de capital parasitario que fluyen a lo largo del sistema.

La Crítica de la Economía Política de Marx y Engels no es un recetario ni un credo. El potente desarrollo de las fuerzas productivas del capital produce nuevas relaciones y formas, tales como la multiplicación de las formas que asume la ganancia y el enorme peso del capital parasitario; fenómenos que tienen que descubrirse y estudiarse sistemáticamente. Sin embargo, estas nuevas determinaciones no anulan la presencia de las leyes fundamentales de la relación de capital y mucho menos su desarrollo hasta entrar en conflicto con las relaciones de producción.

Concebir, por otra parte, que lo vigente es su Método, equivale a escurrir vergonzantemente que se niega la validez científica y la rigurosidad del análisis de las leyes de desarrollo del régimen capitalista de producción así como de sus tendencias. El Método de la Economía Política que propone Marx no son la exposición sistemática de las leyes en sí, ni tampoco la ley fundamental que anima la reproducción del capital, sino una manera de estudiar las relaciones económico-sociales. Estudiarlas a partir de las determinaciones más simples y abstractas como la mercancía, el valor o el trabajo, hasta las más concretas, hasta la reproducción de lo concreto representado como síntesis de múltiples determinaciones, tales como el Estado, la población o las clases sociales, es el camino adecuado. Implica, pues, partir de lo simple a lo complejo, del análisis a la síntesis en la construcción lógica del conjunto de categorías, relaciones, juicios y conceptos para explicarnos la realidad.

Parte importante y esencial del Método de la Economía Política de Marx es la correspondencia que tiene dicha construcción lógica con la conexión y demostración históricas, es decir, que el proceso del pensamiento que va construyendo las categorías que nos ayudan a explicarnos el mundo real debe ser coherente con la trayectoria histórica real de los fenómenos estudiados. Este es el único método científico en la Economía Política.

Pero reducir la validez del análisis económico-social de Marx únicamente a su método, equivale a aceptar la veracidad del procedimiento, pero rechazar los resultados, esto es, a negar el carácter científico del estudio de las leyes de desarrollo del capitalismo, a negar también la ley fundamental que lo anima y por consiguiente a rechazar el carácter revolucionario del proletariado como la clase destinada a suprimir la relación del capital. Quienes bajo el influjo del surgimiento de variados movimientos y sujetos sociales en los últimos 20 años y del repliegue del proletariado debido a la fuerte ofensiva del brazo neoliberal del gran capital, afirman que ya no es la clase obrera la clase verdaderamente revolucionaria, caen en el error de descalificar una de las tendencias fundamentales históricas que son inmanentes al curso mismo de las leyes de desarrollo de la sociedad burguesa, debido a la sobrevaloración y absolutización de la confrontación de clases en una de sus coyunturas.

2005

[1] Ensayo publicado en la compilación de Vargas y otros. Diálogos con el marxismo. Ed. CTD, A.C., UCD y ULR-RA. México, 2005

[2] Marx, Carlos. Prólogo de la Contribución a la Crítica de la Economía Política.

[3] Marx, Carlos. El Capital. Crítica de la Economía Política. Prólogo