Las clases sociales en México

Las clases sociales en México

Miguel Ángel Lara Sánchez

1. El modo de producción dominante y su composición de clase

Para fines de 2017 la población total en México sumaba casi los 124 millones de habitantes, de los cuales el instituto oficial de estadística, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), registraba 52.86 millones con una ocupación laboral, es decir, el 42.64%. Este porcentaje comprende las diversas formas de producción que cohesionan la formación económico-social mexicana, de las cuales el trabajo asalariado representa el 64.56% de esos casi 53 millones de habitantes. Pero dicha institución incluye aquí solo a los proletarios que reciben formal y legalmente un salario, por lo que habrá que agregarle aquellos obreros con remuneraciones de diferente tipo, llamadas “no salariales”, pero que desde el punto de vista de la Crítica de la Economía Política son tan solo formas diferentes del salario tales como el pago a comisión, por honorarios, a destajo o con base en las propinas de los clientes.[1]

También será necesario incorporar a las filas de la clase obrera mexicana a aquellos trabajadores que laboran sin pago alguno de salario, como los becarios, los que se encuentran realizando su servicio social o los aprendices, que preferentemente se localizan en las urbes y que el INEGI engloba bajo el rubro de trabajadores “no remunerados”[2]. De esta forma, de constituir 34,131,678 asalariados, se eleva a 37,597,315 equivaliendo al 71.12% de la fuerza de trabajo total con ocupación. El excedente de valor que producen estos 37.5 millones de obreros mexicanos alimenta a 2,422,078 capitalistas, envueltos bajo el ropaje de “empleadores” en la estadística oficial, representando el 4.58% de las personas con ocupación. Conforman la burguesía en sus fragmentos: monopólica y no monopólica.

De acuerdo al Cuadro 1, entre estas dos clases se sitúa la pequeña burguesía en sus diversas gradaciones que, por estas cifras, se sitúa en 12,846,452 personas, representando el 24.30% de la población ocupada.[3] Sin embargo, esta categoría de los “trabajadores por cuenta propia” es muy genérica, ya que esconde fragmentos sociales que no necesariamente corresponden a la pequeña burguesía, sino a otras clases sociales, como veremos en el siguiente apartado.

Por tanto, en esta primera aproximación genérica, casi dos tercios de la formación económico-social mexicana viven bajo las relaciones de capital que tienen como eje el trabajo asalariado como la forma dominante de producción, si lo medimos desde el punto de vista del universo de personas con una ocupación laboral. Este porcentaje será mayor si nos adentramos en los componentes genéricos que proporciona la estadística oficial.

2. Desglose de las clases sociales

La masa de riqueza creada en 2017 medida de acuerdo al Producto Interno Bruto (PIB) fue de 21 billones 921 mil 241 millones 895 mil pesos, aunque esto es solo lo producido en un año; otra cosa es el capital total existente en el país, compuesto, entre otras cosas, de los bienes inmuebles, el capital fijo, el capital financiero, etc.[4] De acuerdo a los cálculos realizados por Del Castillo (2017), la masa total de capital en 2015 fue de 101 billones 323 mil 902 millones de pesos y estimado un ritmo de crecimiento de acuerdo a las tendencias fijadas por este autor y a la evolución de la economía mexicana, en 2017 alcanza los 116 billones de pesos (Cuadro 2).[5]

La masa total de capital se la reparten la burguesía y la pequeña burguesía, aunque esta última en una fracción reducida. La clase obrera solo tiene una porción insignificante que se reduce en lo fundamental a los bienes inmuebles que una parte de ella logra conseguir tras veinte años de trabajo. Por consiguiente, será en la burguesía donde se anida gran parte de la riqueza acumulada en el país, por lo que habremos de desglosar la información, hasta donde los datos existentes nos lo permitan, para reconfigurar su estructura interna.

a) La burguesía

En lo que se refiere al año 2014, Del Castillo infiere que el 10% de las personas más ricas en el país concentra el 75% de la riqueza;[6] para 2015, aunque el porcentaje fue similar, sin embargo el valor global de sus bienes se mantiene en aumento.

Otra manera de cuantificar los grados de concentración de la riqueza y de aproximarnos a la magnitud de los capitales que rigen el destino de nuestra formación económico-social consiste en la valoración del número de empresas y de establecimientos y su grado de monopolización. Como la información del INEGI no es homogénea y sobre todo, como en el momento en que esto se escribe aún no se actualiza el censo practicado en 2014, tenemos que remontarnos a los datos ofrecidos en el año 2013, cuando existían 4,230,745 establecimientos en todo el país. De ellos, los que ocupan 501 y más personas son los que podemos considerar los grandes capitales oligárquicos, siendo 3,269 y representando el 0.08% del total. Considerando ahora no los establecimientos sino el número de empresas, que en total suman 4,104267, el resultado es similar, ya que son 3,967 empresas compuestas de más de dos establecimientos las que ocupan 251 o más trabajadores, representando el 0.096% del total. Produjeron el 61.99% de la riqueza nacional en ese año y empleaban el 27% de la fuerza de trabajo.

Cuantificando ahora las empresas que pueden tener uno o más establecimientos y que ocupan más de 250 obreros, suman 7,219 y representan el 0.19% del total nacional, ocupando al 38.9% de la fuerza de trabajo; en ellas se genera el 74.42% del Producto Interno Bruto y sin duda forman la gran burguesía monopólica, de la que la oligarquía es su estrato superior. Las empresas que emplean entre 21 y 250 trabajadores podemos definirlas como la burguesía no monopólica y se distinguen de las que ocupan menos obreros porque consideramos que, arriba de 20 personas contratadas a sueldo, el dueño ya se puede desprender del proceso inmediato de transformación del objeto de trabajo para ejercer actividades de comando capitalista o de plano contratar a alguien para que realice estas funciones. Suman 91,673 establecimientos, pero se encuentran agrupadas en tan solo 47,762empresas. Equivalen al 2.17% del total de los establecimientos, pero tan solo 1.16% de las empresas; ocupan al 24.94% de la fuerza de trabajo y generan el aproximadamente el 12.33% del PIB (Cuadro 3).

Por otra parte, debido a que no existe información que disocie a los individuos que viven exclusivamente de la renta de capital, y que en la mayoría de los casos es el capitalista mismo el que también es dueño de la tierra o del capital fijo de alto valor, es que ubicamos a los rentistas dentro de las 1,605,096 personas.

Para el año 2017, la institución Oxfam señalaba que el 1% de los hombres más ricos concentraba el 28% de la riqueza física y el 80% de los activos financieros[7], cifras que coinciden con el reporte de la concentración de la riqueza que hace la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), que establece que para fines de 2016 el 1% más rico concentraba el 36% de la riqueza total.

De acuerdo al seguimiento que hace el grupo Forbes México, nos presenta dos listados de los hombres más ricos en 2017 con apenas un mes de diferencia entre uno y otro. En el primero, dado a conocer en marzo de 2018, incluye a 16 personajes que cuentan con una fortuna de más de mil millones de dólares, sumando 141 mil millones de dólares.[8] El segundo listado publicado en abril de 2018 refiere que, considerando ahora a las personas que tienen arriba de 500 millones de dólares, la cifra se eleva a 36 fortunas que amasan todas ellas un capital de 188,840 millones de dólares, que equivalen a 3 billones 656 mil 868 millones de pesos (Cuadro 4). [9] Esto representa el 3.15% del capital total existente en ese año, por lo que podemos afirmar que 360 personas (estimando 10 personas por familia de estos grandes ricos), que representan el 0.00029% de los 123.9 millones de mexicanos, se encuentran en la cúspide de la oligarquía mexicana y son los que definen el rumbo económico y político del país. La expansión de su poder económico llega al control de las principales empresas de todas las ramas que componen la división social del trabajo, ya que son corporaciones monopólicas multisectoriales que lo mismo se encuentra en la industria, en los servicios o en el campo, que en las finanzas.

b) La pequeña burguesía

Del universo de establecimientos existentes en 2013 que se reportan en la estadística oficial, podemos emprender con mayor detalle el análisis de los sectores que conforman a la pequeña burguesía. Podemos considerar que aquellos establecimientos que ocupan hasta 5 personas son su estrato inferior, es decir, 3,832,164; ellos son los que se encuentran en la condición económica más inestable debido a que su escaso capital los pone en el

filo de la ruina y de la consiguiente proletarización.[10] No son un número menor, ya que representan el 7.67% de la población ocupada en el país, considerando el total de 49,945,599 trabajadores ocupados a nivel nacional. Su sector medio lo podemos agrupar por los que emplean entre seis y diez personas, sumando la cantidad de 203,769 establecimientos. Representan el 0.41% de la población ocupada. Suponemos, al igual que en los restantes segmentos, que existe un capitalista por establecimiento. El sector superior está compuesto por un número menor: 95,394 establecimientos que ocupan entre 11 y 20 personas, equivaliendo al 0.19% de los ocupados y es el que goza de mayor estabilidad económica, situándose en la antesala de conformar parte de la burguesía mexicana. Aportan el 5.14% de la generación del PIB.

La suma de estos segmentos es de 4,131,327 personas, a las que consideramos pequeña burguesía con establecimientos propios y representa el 8.27% del total de ocupados a nivel nacional. Pero no son los únicos sectores que integran las filas de la pequeña burguesía, ya que aquí se consideran los que tienen una empresa, que por lo regular está compuesta de un solo establecimiento. Existen además una variada serie de personas que viven de su trabajo y que son dueños de sus medios de producción sin establecer una relación laboral como asalariados, pero que no cuentan con un lugar de trabajo formalmente constituido, tales como los artesanos, algunos profesionistas, microbuseros y taxistas que son dueños de sus unidades, los que tienen su negocio en su domicilio particular, etc. La estadística oficial los engloba en la categoría de “trabajadores por cuenta propia”, pero los mezcla con los obreros que también laboran por cuenta propia, por lo que no podemos cuantificarlos.

¿Cómo podemos aproximarnos a un estimado de ellos? Primero, deduciendo del total de Trabajadores por cuenta propia, que son 11,096,188 en la estadística oficial, a quienes viven de la agricultura de subsistencia (1,932,686) porque son auténticos campesinos pobres, más en el umbral de la proletarización que en las filas de la pequeña burguesía. Quedan 9,163,502 personas con ocupación, a las cuales habrá que deducir los 4,131,327 dueños de establecimientos, arrojando una cantidad de 5,032,175 trabajadores por cuenta propia. De ellos estimamos que el 25% (1,258,044) son dueños de sus negocios personales sin establecimientos formal y legalmente constituidos, considerando que son un número menor a los obreros que laboran por cuenta propia y que no tienen medios de producción propios, sobreviviendo únicamente de su capacidad de trabajo, los cuales debemos incluir en las filas de la clase obrera.

De esta manera, del total de personal ocupado a nivel nacional, la pequeña burguesía incluye a 7,322,057 personas para el año 2013, equivaliendo al 14.66%. Como los resultados del próximo censo de población se publicarán por lo menos a fines de 2019, consideramos que cuatro años después este porcentaje no tiene variaciones significativas; sin embargo, de acuerdo a las leyes económicas que rigen a la sociedad burguesa, es de esperarse un ligero aumento en el porcentaje de la pequeña burguesía de subsistencia debido a la centralización del capital y al empobrecimiento progresivo de su sector medio, además de aquellos que engrosen las filas del proletariado.

c) El proletariado

La composición del proletariado en el caso de nuestro país tiene no pocos grados de dificultad por la manera en que se recopila la información estadística por los órganos oficiales y porque los nuevos sectores de la clase obrera que han surgido a raíz de la revolución operada por los autómatas digitalizados no son tomados en cuenta como sujetos de estratificación social diferentes a los convencionales, heredados del maquinismo y el fordismo. No obstante lo anterior, habremos de establecer su composición sectorial hasta donde la estadística nos lo permita, considerando que es obrero o proletario aquella fuerza de trabajo que carece de medios de producción propios y que para sobrevivir él y su familia, tiene que someterse al régimen del trabajo asalariado, bajo sus distintas modalidades.[11]

Con el empleo ahora de las cifras del año 2017, el INEGI da cuenta de 34,131,678 trabajadores que laboran bajo el régimen del trabajo asalariado. Enseguida agrupa a 2,080,488 personas bajo el concepto de trabajadores con percepciones no salariales, entre las que señala a los que se les paga por comisión, por honorarios, a destajo y con base en propinas, como vimos al principio. Sin embargo, de acuerdo a las diversas formas en que se expresa el salario en la sociedad burguesa y que se encuentran fundamentadas en la Crítica de la Economía Política,[12] todas ellas, con algunos matices en la última forma, dan cuenta de que se trata de obreros y no de otros fragmentos de clases sociales distintas, por lo que habremos de considerarlos como tales. Como decíamos líneas arriba, también debemos incluir al sector de trabajadores no remunerados como parte de la clase obrera, dando un total de 37.6 millones. Hasta aquí la información que en lo general no tiene mayores dificultades.

Pero, de los trabajadores registrados por cuenta propia (11,689,029 en total), tenemos que existen millones que viven de su trabajo. Ya descontados los que son parte de la pequeña burguesía y de los campesinos que pertenecen a la agricultura de subsistencia, quedan 4,210,930 que debemos incluir en las filas del proletariado. Aquí creemos que debemos ubicar a los trabajadores domésticos remunerados, que suman la cantidad de 2,347,350 y que equivalen al 4.44% de la población con empleo.[13] Por tanto, del total de trabajadores ocupados a nivel nacional, la clase obrera mexicana suma 42,965,668, lo que equivale al 81.27% (Cuadro 6).

i) Estratificación sectorial de la clase obrera

La estadística oficial no nos permite la estratificación de la clase obrera de acuerdo a los 42.9 millones signados en el Cuadro 4, que sería lo más adecuado. Sin embargo, con la sectorización que hace a partir de los principales rubros, podemos hacerlo, tomando en cuenta los 37,597,315 obreros. Por los tres grandes conglomerados de fuerza de trabajo que habitualmente se emplean en la estadística convencional, los proletarios mexicanos están distribuidos como sigue: el llamado sector primario, que comprende la agricultura, ganadería, silvicultura, caza y pesca, aloja a 3,193,958 obreros, significando el 6.04% de la población ocupada; el proletariado industrial, a 10,838,419, siendo el 20.50% y los obreros de los servicios cuentan con 23,269,066, representando el 44.02% de la población ocupada. A su interior, la división por rama se puede ver en el Cuadro 7, donde destaca la rama industrial, con el 13.6%; el comercio, con el 10.04%; los servicios sociales, con 7.79% y los servicios diversos, con 7.84%.

Si agrupamos los servicios por el grado de dificultad en el trabajo, podemos afirmar que en el trabajo simple se encuentran el comercio, restaurantes y servicios de alojamiento y los sociales, sumando el 22.33%; los de mediana calificación los tenemos en los diversos y en el gobierno y organismos internacionales, sumando 12.18%, en tanto que los de trabajo complejo comprenden Transportes, comunicaciones, correos y almacenamiento, más los Profesionales, financieros y corporativos, representando el 9.5% de la población ocupada.[14]

ii) Trabajo infantil

Las cifras proporcionadas por el INEGI acerca de la población ocupada excluyen el trabajo infantil y no está incorporado en las magnitudes anteriores, por lo que es necesario agregarlo. Para el año de 2017 este instituto registra 2,312,414 niños y adolescentes debajo de la edad de trabajar a nivel nacional: 242,981 entre los 15 y los 17 años de edad en ocupaciones permitidas por las leyes laborales y 2,069,433 en actividades al margen de dichas leyes y consideradas como peligrosas, con edades de los 5 a los 17 años (Cuadro 6). Este es otro segmento que debemos considerar en las filas de la clase obrera mexicana, aunque no forma parte de la masa de ocupados formales a nivel nacional estimada por el INEGI, tan importante en número como el trabajo doméstico remunerado o los obreros con formas diversas de salario.

El porcentaje del trabajo infantil con respecto a la población de 5 a 17 años es de 7.88% y de 1.87% con respecto a la población total. Si se considera a los niños que laboran en los quehaceres domésticos, a lo que el INEGI denomina la medición “amplia”, el trabajo infantil asciende a 3,242,050.[15]

d) Otras clases

Las personas que laboran en la agricultura de subsistencia en general forman parte de la pequeña burguesía agraria, aunque son los más proclives a formar parte del proletariado debido a su condición precaria en numerosos casos. Una buena parte de ellos son semiproletarios, es decir, campesinos pobres cuyo fruto del trabajo de explotación de la tierra no les alcanza para vivir todo el año y en consecuencia tienen que alternarlo contratándose como jornaleros percibiendo un salario. Ellos son 1,702,450 y representan el 3.22% de la población total ocupada para el año 2017.

Finalmente, al lumpenproletariado lo consideramos como aquellos indigentes y personas que habitan en albergues que no forman parte de ninguna actividad económica que comprenda la producción o la circulación de mercancías o servicios. De acuerdo a un reporte del periódico Milenio Digital apoyado de un cálculo realizado por el INEGI, sin citarlo, las personas que viven en la calle o en albergues a nivel nacional son 407,720[16]; pero el mismo instituto dio a conocer en 2016 cifras más descarnadas. En su Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares da a conocer que son 1,095,474 hogares (6.8%), de un total de 33,462,598, los que ante la dificultad para satisfacer sus necesidades alimentarias, “tuvieron que hacer algo que hubieran preferido no hacer para conseguir comida”, como mendigar, mandar a los niños a trabajar o recurrir a “prácticas socialmente no aceptadas”, como robar. Multiplicadas las familias que incurrieron en esto por el número promedio de personas por familia (3.6), da como resultado 3,943,706 personas indigentes.[17] Por consiguiente, la indigencia va más allá de los individuos que viven en la llamada “situación de calle”; el resultado de la forma neoliberal del capitalismo mexicano arroja una masa enorme de desclasados, la mayor en América Latina.

Estas son, pues, las clases sociales existentes en nuestro país, considerando en la mayoría de los casos a la población total ocupada. Ahora pasemos a cuantificarlas de manera total, ya que es necesario considerar tanto a los desempleados como a lo que el INEGI denomina la Población No Económicamente Activa.

Tomando como base los porcentajes de cada clase y sector de clase con respecto a la población ocupada, la cuantificación total de la burguesía y los rentistas representa el 4.37% del total de la población mexicana, con 5,415,767 personas, ya incluidos los miembros de la llamada población económicamente no activa y los menores de 15 años. La pequeña burguesía equivale al 13.49% con 16,722,493 millones de personas y sus sectores más relevantes son el de subsistencia, con poco más de nueve millones de personas; los que laboran sin establecimientos formales (3.13 millones) y los campesinos pobres, con 3.8 millones de personas. El proletariado es el sector más numeroso de la población mexicana, representando el 78.96%; sus sectores más importantes son los obreros asalariados, con 77.5 millones de personas y los que laboran por cuenta propia, con poco más de 9.5 millones de personas. De este último sector cabe destacar que la población que vive del trabajo doméstico son 5.3 millones de habitantes, un número considerable. Los campesinos pobres son la fracción pequeñoburguesa más proclive a integrar las filas de la clase obrera, siendo no pocos de ellos semiproletarios. Por último, el lumpenproletariado también es muy elevado, representando el 3.18% del total de la población y su número lo restamos de la llamada población económicamente no activa.

La clase obrera mexicana integra el 78.9% de la población total, es decir 97.9 millones de habitantes. De ellos, su núcleo principal está compuesto de poco más de 82 millones de obreros y representa el 66.32% del total nacional. Ellos son los que se encuentran de manera principal en el proceso de valorización del capital y por tanto, en el régimen del trabajo asalariado. Son, además, los que producen más del 85% de la riqueza anual, gran parte de la cual es capital.

Por su parte, hemos visto que la burguesía representa en 2017 el 4.37% de la población total y que su sector monopólico, siendo apenas el 0.18%, sin embargo, mediante la explotación de la fuerza de trabajo genera el 74.42% de la riqueza producida en el año 2013 la cual, cuatro años después, es de esperarse que sea un poco mayor.

Con base en las cifras del INEGI, la riqueza creada se encuentra fuertemente concentrada en unas cuantas manos. Hace cinco años el proletariado mexicano apenas percibía el 23.85% del Producto Interno Bruto, mientras que el 73.24% se lo apropiaban los dueños de los medios de producción. En términos monetarios, entre 94 millones de mexicanos -obreros, campesinos pobres y desclasados-, se distribuían 4.34 billones de pesos, recibiendo cada persona en promedio $ 126.50 al día, mientras que la burguesía y la pequeña burguesía (25 millones de personas) recibieron 14 billones de pesos.

Sin embargo, la oligarquía, que representa el 0.096% (240 mil personas), se llevó el 62% de dicha cantidad, es decir, 8.7 billones de pesos, tocándole a cada quien una percepción promedio de 100 mil pesos diarios, los cuales son los beneficiarios de las formas más evolutivas y productivas de la creación de plusvalía.

Solo la acción de la clase obrera y de los campesinos pobres puede revertir esta penosa situación y modificar la fisonomía económica y social del país. Esperemos que los cambios anunciados en la llamada cuarta transformación vayan también en este sentido.

julio de 2019

Fuentes consultadas

Blancas, Rafael (2015). México: 2 millones de personas se encuentran en semiesclavitud. RT Noticias Internacionales. Última actualización: 7 de abril de 2015. Recuperado el 3 de diciembre de 2018

https://actualidad.rt.com/sociedad/171235-mexico-millones-personas-semiesclavitud

Del Castillo, N. Miguel

- (2017a). La distribución de la riqueza en México. Seminario universitario de la cuestión social. UNAM. Noviembre de 2017. México.

http://www.pued.unam.mx/export/sites/default/archivos/SUCS/2017/221117.pdf

- (2017b). La distribución y desigualdad de los activos financieros y no financieros, en México. Serie Estudios y perspectivas. CEPAL. Sede subregional en México.

https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/41833/1/S1700548_es.pdf

Forbes Staff (2018). Los 36 personajes más ricos de México en 2018. Edición a cargo de Eduardo García. Última actualización 18 de abril de 2018. Recuperado el 15 de diciembre de 2018.

https://www.forbes.com.mx/los-36-personajes-mas-ricos-de-mexico-en-2018-i/

INEGI

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- (2018b). Módulo de Trabajo Infantil 2017. Indicadores básicos 2018. Recuperado el 7 de enero de 2019.

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(2017). Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares 2016. Nueva serie. Tabulados de hogares y viviendas 2017. Recuperado el 9 de enero de 2019.

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- (2013). Acervos de capital por entidad federativa. PIB y Cuentas Nacionales. México.

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Medina, Alejandro (2018). Estos son los 16 mexicanos más ricos de la lista de Forbes 2018. Última actualización, 6 de marzo de 2018. Consultado el 14 de diciembre de 2018.

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Marx, Carlos y Engels, Federico. (1984). Manifiesto del Partido Comunista, en Obras Escogidas en tres tomos. Ed. progreso, Moscú

Marx, Carlos (1984). El Capital. Crítica de la Economía Política. Siglo XXI, Ed. México.

Milenio Digital (2017). Sin cifra oficial sobre la gente en situación de calle. 16 de julio de 2017. Recuperado el 5 de enero de 2019.

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Ortega, Ariadna (2017). 10% de los mexicanos concentra dos terceras partes de la riqueza en el país. Expansión

https://expansion.mx/nacional/2017/08/14/10-de-los-mexicanos-concentra-dos-terceras-partes-de-la-riqueza-del-pais

[1] Existen dos modalidades del pago por propinas. Una, donde por lo regular el capitalista asigna uno o dos salarios mínimos al obrero para cubrir los mínimos que la ley demanda sobre los derechos sociales fundamentales adquiridos, tales como la seguridad social y el Infonavit, siendo las propinas el mayor porcentaje de sus percepciones y la otra, donde éstas son la única fuente de ingresos del trabajador. En ambos casos la fuerza de trabajo no es propietaria de los medios de producción, es el sujeto activo del proceso laboral, crea plusvalía (cuando es trabajo productivo) o ayuda a transferir parte de ésta al capitalista, cuando se trata de trabajo improductivo, por lo que es proletario. Ya sea como parte o toda la suma de los ingresos, bajo la propina el capitalista descarga en el consumidor el pago del salario y con ello se queda con un porcentaje mayor de plusvalor. El primer caso es el más usual, e incluso existen establecimientos donde el porcentaje de la propina ya viene cargado de antemano en el importe total a pagar, siendo menores los casos en que el obrero vive por completo de las propinas del consumidor.

[2] Esto forma parte de las vías más descarnadas de la explotación capitalista, pues al amparo de las leyes laborales que impulsa el capital para su provecho, todo el tiempo de trabajo del obrero es tiempo de trabajo excedente para beneficio del capitalista. No por este hecho el trabajador deja de ser proletario. En este caso el capitalista ve consumada su más preciada ambición: la explotación al 100% de la fuerza de trabajo; el obrero se ve obligado a ser parte de este perverso mecanismo debido a que no solo tiene fundamento legal sino además porque es parte del engranaje del proceso social y productivo, como por ejemplo, el requisito de cubrir el servicio social como condición para la titulación en una carrera.

[3] Más adelante desglosaremos, hasta donde la estadística nos lo permita, la estructura interna de esta y las restantes clases sociales existentes en nuestro país.

[4] Se exceptúa de esta cuantificación total a los salarios de la clase obrera, ya que dichas estimaciones no lo consideran capital en su forma variable.

[5] El crecimiento del valor del capital total es mayor al capital creado por año debido a la acumulación progresiva de capital en el tiempo, a la existencia de capital ficticio en la parte financiera y a los flujos de capital que entran al país, entre otros.

[6] Del Castillo (2017a)

[7] OXFAM (2018a y 2018c)

[8] Medina (2018).

[9] Al tipo de cambio del 22 de diciembre de 2017, que era de 19.3649.

[10] Por pequeña burguesía entendemos a aquellos propietarios de medios de producción cuyo capital es tan pequeño que no pueden desprenderse del proceso laboral, particularmente de la transformación del objeto de trabajo; actúan como fuerza de trabajo junto con las tareas de dirección y control del negocio. También incluimos en esta clase social a quienes viven de su profesión y a los que subsisten con sus medios de producción propios sin emplear fuerza de trabajo. A estos dos grupos sociales también les denominaban Marx y Engels clases medias, entre las que también se encuentran los artesanos.

[11] Seguimos, por tanto, la consideración de Marx y Engels en el Manifiesto del Partido Comunista, donde además de definirlo puntualmente, desde entonces nos aclara que por proletario entiende a la moderna clase obrera que se forma en el modo de producción capitalista, a diferencia de los obreros de las formaciones económicas anteriores. Más tarde, en El Capital y los textos que sirvieron de base, esta concepción de las clases sociales se fundamenta científicamente.

[12] El fundamento teórico se encuentra desarrollado por Marx en El Capital, Tomo I. Capítulo del salario.

[13] Un trabajador doméstico vive de su capacidad de trabajo y, como la paga es un fragmento del ingreso de quienes los ocupan sin producir un excedente de valor, no produce capital. Es trabajo improductivo, pero no deja de ser obrero.

[14] Las divisiones en los grados de calificación de los servicios no son exactas debido a la manera en que el INEGI hace la sectorización, por lo que nos guiamos en la tendencia mayoritaria en cada uno de ellos. Por ejemplo, en la rama de Transportes, comunicaciones, correos y almacenamiento, la tendencia mayoritaria es el trabajo complejo, habiendo trabajo relativamente simple en las labores de almacenamiento. En el Gobierno y organismos internacionales la mayoría del trabajo es administrativo, de mediana calificación, aunque coexiste con sectores menores de alta calificación como la actividad de dirección, de gestión y la consular. En los servicios sociales ubicamos al trabajo doméstico, mayoritario, coexistiendo con funciones menores de mediana calificación.

[15] INEGI (2018b).

[16] Milenio Digital (2017).

[17] INEGI (2017, Cuadro 2.2).