El colapso del socialismo soviético y el europeo

Miguel Ángel Lara Sánchez[1]

Para acercarse a la comprensión del derrumbe de la URSS y de los países socialistas europeos es necesario partir de su existencia como formaciones económico-sociales determinadas. Por la actitud que guardaron ante la propiedad sobre los medios de producción y las formas de reproducción, considero que el modo de producción fundamental que prevaleció en todas ellas no se basaba en la propiedad privada sobre dichos medios, la plusvalía y la ganancia como fines, así como la capitalización del excedente. Eran economías socialistas.

El colapso se explica en términos de la base material por los siguientes procesos, principalmente considerando la economía de la URSS:

1.- La reproducción ampliada de las fuerzas productivas se privilegió en la industria, en detrimento del campo, con lo que casi siempre, en las 7 décadas de su existencia, las materias primas básicas presentaron niveles de productividad bajos y aumentaban la cadena de valor de lo producido en general y de la fuerza de trabajo en particular. Ciertamente, excluyendo los períodos de la guerra civil y la guerra entre las potencias imperialistas, en la URSS se realizó un prodigio histórico al convertirse en la segunda economía del planeta en tan sólo escasos 25 años reales de actividad sostenida, pero siempre con el peso de la escasa productividad en el campo.

2.- Los grandes avances tecnológicos en la industria militar y espacial prácticamente no se aplicaron al desarrollo de las restantes esferas de la producción. Casi siempre existió un gran divorcio en la dinámica de estos sectores de punta con los restantes. La base técnico material de la economía presenta esta característica de polarización; tampoco encontramos la asimilación por la economía soviética (y de las restantes del socialismo real arriba aludidas) de las innovaciones tecnológicas que incubó el capitalismo en la segunda mitad del Siglo XX, sobre todo las referidas a la llamada tecnología blanda (los métodos de producción, la organización del trabajo, etc).

3.- Todo esto provocó siempre un desfasamiento entre la velocidad de transformación del sector de medios de producción con el rezago del sector de medios de consumo, que fue escandaloso desde la década de los setenta.

4.- La planificación social fue suplantada por la planeación central burocratizada, que aplastó la incorporación de los trabajadores a la determinación, dirección y gestión del desarrollo de las fuerzas productivas y de la transformación constante de las relaciones de producción. En este sentido fue particularmente importante el atraso ocurrido en toda la producción civil debido a que la investigación se privilegiaba en la carrera espacial y el militarismo para hacer frente a la GuerraFría. El régimen autoritario del stalinismo, la consiguiente falta de libertad política así como de libertad intelectual, acentuaron este desfase.

5.- Por otra parte, detrás de la planificación se fue generando un mercado negro y relaciones de corrupción que también eran alimentadas por el burocratismo como sistema de gestión económica.

6.- En el plano mundial, el ocaso del fordismo y taylorismo a fines de la década de los sesenta y de los setenta en las economías capitalistas las forzó a revolucionar el proceso laboral con lo que sería posteriormente la automatización del trabajo mental, con la computación como su base tecnológica esencial. La aplicación creciente de las computadoras a todas las esferas de la economía, su combinación con otras revoluciones tales como el justo a tiempo, la calidad total, el enriquecimiento de las tareas, etc., acentuaron la desventaja productiva de las economías socialistas y se convirtieron en presas más débiles de las leyes de valorización del capital a escala mundial. El socialismo fue incapaz de competir y de insertarse a lo que denominamos en la actualidad la economía digital o la sociedad de la información, es decir, para entrar a una nueva fase en el desarrollo de la humanidad, quedando expuesto a la fuerza de atracción del capital. El costo de la compensación de la ineficacia se tornó insoportable.

Siendo la exportación del petróleo uno de los productos que más excedente le dejaba a la economía soviética, posterior a la primera crisis general del capitalismo que se dio a principios de los años setenta del Siglo XX, la caída de los precios de esta mercancía después del colapso energético en esa década redujo sensiblemente dichos excedentes y se convirtió en una de las causas del colapso económico del socialismo real europeo y del soviético.

7.- Justo después de la sincronía de las crisis del mundo capitalista en los setentas, brota una nueva fase en su desarrollo caracterizada por una integración sin precedentes de la producción y el cambio (por unos llamada globalización o mundialización) a escala planetaria que hace que la ley del valor cobre una mayor fuerza y que aumente notablemente la fuerza de atracción del capital, con lo que se acentúa la presión de la competencia capitalista en las economías socialistas para darle entrada a sus mercancías.

8.- La enorme acumulación de capital financiero a nivel mundial, su autonomización con respecto a la esfera productiva para llegar al 95% del total en actividades parasitarias, conformó otra fuerza de presión para el socialismo real debido a que la escala de la reproducción requiere de masas de riqueza de una mucho mayor concentración para soportar las innovaciones tecnológicas que dan aliento de largo plazo a la valorización.

9.- La formación progresiva de los bloques regionales también se convirtió en una fuerza que empujó hacia el colapso de las economías del socialismo real, sobre todo la creciente integración de la Unión Europea tanto por su vecindad geoeconómica como por la influencia social, política y espiritual que ejerce.

En la superestructura jurídico-política, en las relaciones sociales y espirituales de las economías socialistas europeas y la soviética, los factores decisivos que llevaron al colapso fueron:

10. En vez de la organización del proletariado en clase dominante, su suplantación por una casta burocrática en virtualmente todos los niveles de la sociedad.

11.- Una visión despótica que dejó como herencia el stalinismo y que aplastó tanto la lucha política e ideológica como virtualmente todas las formas democráticas de existencia, acentuada (y aprovechada) por la confrontación sistémica desde el triunfo de la Revolución de Octubre hasta el momento del colapso.

12.- El ejército ruso poco a poco se fue convirtiendo en una fuerza de ocupación y de élite en las distintas Repúblicas, lo cual acentuaba en rencor étnico y la diferenciación regional.

13.- Aunado a lo anterior, se sustituyó el derecho a la autodeterminación de los pueblos por la coacción y el sometimiento a la burocracia soviética, pues era común que el segundo mando que estaba inmediatamente después del Presidente, fuera ruso.

14.- La apropiación de parte del excedente por la casta burocrática, que si bien no utilizaba para acumular medios de producción y capitalizarlos, los derrochaba en el consumo, acentuando la diferenciación y el malestar sociales. En general, a medida que pasaba el tiempo, y sobre todo después de alcanzar los altos niveles de industrialización, gran parte del excedente no se destinaba para elevar los niveles de vida de la población debido a su uso para sostener la Guerra Fría, las carreras militar y espacial, el mantenimiento del Ejército Ruso y las ayudas a los movimientos de liberación. Esta situación se hizo insostenible cuando bajaron drásticamente los excedentes por la crisis de la economía mundial en los años 70 y por la caída de los precios del petróleo.

15.- La burocracia monopolizó el poder y la actividad política, impuso un régimen de partido único[2], acabó con la diversidad a su interior y convirtió una forma dogmática del marxismo-leninismo en ideología de Estado, que también sirvió de medio de legitimación de todas sus acciones, en vez de fomentar, desarrollar y afirmar una cultura socialista en toda la población.

16.- Sin embargo, todo esto no impidió, y por el contrario, alentó la sobrevivencia y relativo fortalecimiento de clases y fracciones de clase como los zaristas, los monárquicos, sectas religionas y los diversos nacionalismos.

17.- Finalmente, lo que terminó por sangrar a la economía soviética fue la ocupación de Afganistán, que para 1980 ya había reconocido su fracaso. No pasó mucho tiempo para que se abriera un boquete en uno de los puntos más débiles a través de una de las fuerzas del capital europeo más activas, la Iglesia, y poco después estallara el descontento social al abrirse una válvula de escape mediante la perestroika.

18.- El socialismo no colapsó en general, sino tan solo las economías de referencia. Se mantiene hasta la actualidad el socialismo cubano, el chino, el vietnamita y el de Corea del Norte, los cuales merecen un estudio aparte.

En una visión histórica de larga duración, aún nos encontramos en el tiempo de las secuelas de este notable viraje. Después del colapso la relación de fuerzas a nivel mundial perdió súbitamente y de manera pronunciada su equilibrio, considerando la confrontación sistémica. Los EUA acentuaron la supremacía militar y política y se dieron a la tarea de recomponer su hegemonía y recobrar el terreno perdido en la economía mundial. Todo esto está produciendo ante nuestros ojos un nuevo reparto del mundo, manifiesto en la absorción de las anteriores economías del socialismo real por la Unión Europea y la apropiación de los principales mercados petroleros y del gas de Medio Oriente (y de América Latina) que aún no se encuentran bajo la dominación estadounidense. Casi inmediatamente después del colapso soviético, el imperialismo norteamericano puso manos a la obra en la confrontación con su principal adversario familiar: la burguesía europea, apoyándose de la parasitaria burguesía inglesa. Sin embargo, tal parece que en esta nueva guerra en vez de ganar va a perder, a pesar de que ya no tiene enfrente a la URSS, pues le puede costar lo que le queda de hegemonía.

Bibliografía

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Xue Muqiao. Problemas de la economía socialista de China. ELE. Pekín, 1981

29 de Octubre de 2005

[1] Conferencia pronunciada en la Ciudad de México en el coloquio El socialismo hoy, organizado por la Alianza Socialista. Octubre de 2005

[2] Tras la muerte de Lenin, lo que había sido coyuntural se convirtió en un rasgo permanente.