Economía Política del Internet de las Cosas
Economía Política del Internet de las Cosas[1]
Miguel Ángel Lara Sánchez[2]
Qué es el Internet de las cosas
La riqueza en las sociedades capitalistas actuales se manifiesta bajo la forma de mercancías y servicios, aunque en ellas coexistan de manera subordinada y en menores magnitudes los productos, los cuales no requieren del valor de cambio para ser consumidos. Derivado de la revolución actual del proceso capitalista de trabajo, basada en la computación binaria, las mercancías se han desdoblado en tangibles e intangibles; la mayoría de ellas son tangibles, como las que tradicionalmente consume la humanidad para su consumo y reproducción, pero a medida que se expande la economía digital, las mercancías intangibles son de mayor magnitud y más variadas. Si la denominación Internet de las Cosas (IoT, por sus siglas en inglés) nos indica un fenómeno relativamente reciente, para la Crítica de la Economía Política esto es un concepto difuso, pues las cosas engloban objetos que pueden ser resultados del trabajo humano o no serlo.
Suele definirse IoT como la interconexión de los objetos a Internet para la recolección y procesamiento de la información con miras al monitoreo y la formulación de decisiones, ya sea que se tomen por el ser humano o por los autómatas digitales. Su creador, Kevin Ashton, la define del siguiente modo:
(…) hoy en día, las computadoras, y, por lo tanto, Internet, dependen casi por completo de los seres humanos para obtener información. Casi todos los aproximadamente 50 petabytes (un petabyte es 1,024 terabytes) de datos disponibles en Internet fueron capturados y creados por primera vez por seres humanos: escribiendo, presionando un botón de grabación, tomando una fotografía digital o escaneando un código de barras. Los diagramas convencionales de Internet incluyen servidores y enrutadores, etc., pero omiten los enrutadores más numerosos e importantes de todos: las personas. El problema es que las personas tienen tiempo, atención y precisión limitados, lo que significa que no son muy buenos para capturar datos sobre cosas del mundo real (…)
Si tuviéramos computadoras que supieran todo lo que había que saber sobre las cosas, utilizando los datos que recopilaron sin nuestra ayuda, podríamos rastrear y contar todo, y reducir en gran medida el desperdicio, la pérdida y el costo…
Necesitamos capacitar a las computadoras con sus propios medios para recopilar información, para que puedan ver, escuchar y oler el mundo por sí mismos, en todo su esplendor aleatorio. (ASHTON, 2009)
Esta fue la percepción de uno de sus creadores en el año 1999, cuando relativamente existían pocas mercancías y servicios conectados a Internet; pero en la actualidad estamos cerca de la existencia de 50 mil millones de “objetos” conectados a la red.[3] Tales objetos pueden ser computadoras, celulares y todos aquellos autómatas o instrumentos maquinizados que posean esa característica de poder conectarse a la red mundial. Por consiguiente, la mera existencia de esta gigantesca masa interconectada constituye una realidad económico-social esencial en la producción del capital en la actualidad. Internet de las cosas nació entre 2008 y 2009, justo cuando ya había más dispositivos que personas conectadas en Internet. Por ello, lo primero a considerar es el cambio fundamental en la recolección de los datos y de la información. Ya no depende de la fuerza humana de trabajo, sino del trabajo objetivado. Los seres humanos, nos dice Ashton, tenemos “tiempo, atención y precisión limitados”, lo que indica que nuestra capacidad de trabajo para estas tareas encuentra límites fisiológicos que no pueden seguir el ritmo de expansión del mundo digital.
Fuente: Tomado de EVANS (2011).
Ese salto producido hace diez años, cuando los autómatas fueron mayores en número a las personas conectadas en Internet, brindó las condiciones técnicas necesarias para hacer posible la objetivación en la red mundial del proceso de rastreo, búsqueda, recopilación, contabilidad, análisis y procesamiento de los datos generados por esos miles de millones de objetos conectados, haciendo posible el deseo de Ashton para la reducción del desperdicio, del tiempo de trabajo de estas tareas y finalmente de sus costos.
Veinte años después ya podemos observar un creciente desarrollo de la programación justo para que las computadoras cuenten con sus propios medios objetivados para la aprehensión de la realidad objetiva “en todo su esplendor aleatorio”[4]. Si en 2010 los autómatas conectados a Internet casi duplicaban a la población mundial, en el umbral de 2020 por cada persona estarán 6.58 “dispositivos” conectados, lo cual rebasa la capacidad humana para las funciones anteriormente descritas.[5] (ver Figura 1). Pero considerando realmente el número de autómatas conectados a Internet frente al volumen de personas que realmente se encuentran conectadas a la red mundial, veremos que en el año 2010 de los 6.8 mil millones de personas que conforman la población mundial, solo dos mil millones aproximadamente eran internautas, lo que eleva la cifra de 1.84 a 6.25 autómatas conectados por cada persona. Si conservadoramente mantenemos esta proporción para el año 2020, ya que las velocidades de expansión son mayores, tendremos entonces que, por cada persona conectada en red, habrá 22.3 autómatas conectados. En consecuencia, la enorme densidad que esto representa llevó a que el tratamiento automático de los datos producidos se convirtiera en una necesidad técnica. ¿Cómo fue posible esto? A grandes rasgos lo exponemos a continuación.
Hubo de ser necesaria la existencia de tres grandes componentes. El primero, es la tecnología de “sensores, actuadores, (dispositivos que controlan los sistemas) y otros dispositivos de comunicación alojados en los objetos”[6]. Son los instrumentos y autómatas, en su mayoría digitales, encargados de captar las condiciones físicas, químicas, bioquímicas, ambientales, etcétera, de las redes, autómatas, mercancías, servicios y seres vivos en general, para inmediatamente después enviarlas hacia Internet. Recolección, sistematización y envío de los datos, esa es la actividad central de estos mecanismos cada vez más miniaturizados, puestos en los objetos a medir. Objetos convertidos en mercancías, servicios o productos monitoreados de manera extremadamente detallada sobre las condiciones del despliegue de sus valores de uso y sobre la realización de sus valores de cambio, en el caso de los dos primeros. Incluso cabe aquí el proceso de recolección de datos sobre objetos que cuentan con valor de uso, pero que no tienen valor, es decir, que no han sido filtrados por el trabajo humano. Es el caso de aquellos elementos existentes en el medio ambiente como la humedad o la iluminación naturales.
Para que esto haya sido posible y que se mantenga en una continua expansión, no solo fue necesario el proceso de miniaturización de los sensores y de las máquinas de trabajo y de control digitalizadas encargadas de la captación y el direccionamiento de los datos hacia internet, sino además, de la producción masiva de los mismos, del consumo de reducido de energía y de la forma de comunicación adecuada para el envío de gigantescas masas de datos, medidas ahora, por lo menos, en trillones de datos en fragmentos de tiempo minúsculos. De lo anterior ha brotado una nueva cualidad de Internet: se ha vuelto sensorial (EVANS, 2011).
La existencia de miles de millones de sensores supone altos volúmenes de consumo de energía, aunque por unidad sea reducida. Es por ello que desde hace unos diez años se han producido grandes saltos innovativos para hacerlos autosuficientes, es decir, que los propios sensores sean los que produzcan su energía, por lo regular eléctrica, “a partir de elementos medioambientales como las vibraciones, la luz y las corrientes de aire.” (EVANS, 2011). Ya desde 2011 se había presentado por un grupo de científicos en la Sociedad Americana de Química durante una de sus Exposiciones “un nanogenerador (un chip flexible que utiliza los movimientos del cuerpo, como la presión de un dedo, para generar electricidad) comercialmente viable (…)”[7]
Por lo que se refiere a la forma de conducción de los datos desde los sensores hacia Internet, también ya hace algunos años que se utiliza la tecnología RFID, es decir, la identificación por radiofrecuencias, cada vez más extendida[8], aunque de manera relativamente reciente se han descubierto formas de transmisión más económicas, como la implementada por CISCO, consistente en el llamado Programa de Internet Routing in Space (IRIS, por sus siglas en inglés) que conduce los datos desde los sensores hacia Internet mediante el uso de los satélites, evitando así el uso de estaciones terrenas que lo ralentizan y hacen más costoso. EVANS (2011).
Esta densa masa de datos provenientes de los sensores requiere, en principio, que Internet tenga una gran capacidad de acceso, lo que se viene resolviendo con la nueva generación del protocolo IP, el IPv6, que tiene la capacidad de asignar una dirección “a cada átomo en la superficie de la Tierra, y aún tener suficientes direcciones para hacer otras más de cien Tierras”, de acuerdo a Leibson (2019)[9]. Si bien Internet tiene como campo de trabajo al conjunto planetario de computadoras que la conforman, que exista la tecnología de acceso para todos los autómatas, instrumentos, mercancías y servicios existentes es una nueva revolución en el espacio del capital, pues se extiende a casi todas las formas de riqueza existente, económica y no económica. Es la mayor de las expansiones planetarias del campo de trabajo. Aunque tuvo un retraso derivado de la crisis general del capitalismo que estalló en 2008-2009 y de su consiguiente secuela de destrucción de capital, sin embargo, en los últimos años se ha propagado a más países.
El segundo aspecto hacia el que empuja el uso masivo de los sensores consiste en la necesidad del manejo de una gran carga de datos e información que provendrá de los sensores. Pero no son meramente una forma novedosa de acopio de datos, “sino también una forma de recopilar nuevos datos. La mayoría de los datos que se recopilan automáticamente son datos que nunca se han reunido antes.” EVANS (2011: 15)
La tecnología 5G ha sido la innovación que permite tanto el manejo de esta densa masa de pulsos binarios como las grandes velocidades de transportación y procesamiento de los mismos. De ahí el choque entre las corporaciones tecnológicas más grandes y entre las potencias económicas, pues que una tenga ventajas sobre otra, implica la pérdida de espacios de reproducción del capital y de las revoluciones en las condiciones técnicas de la producción que transforman el proceso laboral. En resumen, las innovaciones en los nuevos mecanismos planetarios de transmisión que hagan posible el llamado Internet de las cosas ya están en marcha desde hace unos años, y lo que veremos a corto plazo es su propagación planetaria, donde un nuevo jugador ha aparecido, China, desafiando el control de este gran mercado a las grandes potencias.
El tercer gran elemento del IoT es el referido a los medios necesarios para recibir, almacenar, analizar, procesar y gestionar las grandes bases de datos generadas por los sensores hasta llevarlas al cumplimiento de las tareas programadas. Pero conectar miles de millones de mercancías y servicios a Internet y desde ahí proponerse el control, monitoreo y regulación de sus valores de uso, de su valor y de sus valores de cambio, ya en sí es otra revolución del proceso de trabajo capitalista, la más importante de las tres, que conduce además a la transformación del conjunto de las relaciones sociales y políticas de la humanidad. Este tercer componente del IoT es en esencia la programación, el software, pero bajo una nueva fisonomía. Es lo que comúnmente se denomina la inteligencia artificial (IA).
Cambios en el proceso de producción
Podemos definir el objeto de trabajo[10] de la inteligencia artificial como la automatización de funciones cerebrales complejas, la objetivación de funciones complejas del trabajo intelectual. En consecuencia, nos conduce a la automatización creciente de procesos laborales basados en el conocimiento intensivo y complejo.
Entre sus medios de trabajo más relevantes encontramos justo la programación especial (el software de última generación), la existencia de computadoras de alta capacidad para el manejo de grandes bases de datos (big data), las redes punto a punto, grandes anchos de banda, etc., que pronto llegarán a su límite y tendrán que ser sustituidos por nuevos tipos de ordenadores, tales como la computación molecular basada en el ADN o la computación cuántica[11]
En la esfera de la producción del capital el Internet de las Cosas acentuará la producción justo a tiempo, pues serán los autómatas a través de la IA, ya sin la intervención de la fuerza humana de trabajo, quienes regulen la cadena de suministro de las materias primas y de los productos parciales de trabajo mediante, entre otras, la recolección automática de la información a medida que van siendo consumidos. Pero no solo de eso, sino de nuevos datos, como lo establece Evans (2011); asimismo, serán ellos quienes asuman las funciones de monitoreo, vigilancia y comando de la fuerza de trabajo especializada, es decir, de los técnicos, -de por sí puestos al lado del proceso inmediato de trabajo bajo la computación digital que arrancó con el microprocesador-, siendo ahora expulsados de manera progresiva de esta función de comando. Por otra parte, el Internet de las cosas perfeccionará el funcionamiento síncrono de los diversos procesos parciales de trabajo y por tanto la división interna del trabajo tendrá mejores niveles de integración y continuidad.
La toma de decisiones del comando capitalista, es decir, de los directores, subdirectores, gerentes, etcétera, sobre el conjunto del proceso laboral y sobre sus segmentos principales también comenzará su proceso de objetivación por la computación reprogramable, típica de la IA, por lo que no escaparán de este proceso de expulsión del proceso laboral. Ingenieros, analistas, programadores, supervisores, toda la gama del trabajo intelectual complejo será sustituida por el trabajo intelectual complejo objetivado, automatizado. Las fases intermedias de la gestión del trabajo calificado donde comúnmente se aloja la fuerza de trabajo calificada y de gran experiencia laboral acumulada también será presa de la objetivación al combinarse la programación compleja de la IA con la gestión automática de todos los productos y mercancías que intervienen en la modelación del producto final.
Por lo que se refiere a la esfera de la circulación del capital, el IoT también ya se encuentra produciendo notables transformaciones. La mera existencia de esta nueva fisonomía de Internet revoluciona las condiciones generales del proceso social de producción, es decir los medios de comunicación, telecomunicaciones y de transporte. Contar con el control de los tiempos y espacios de la venta mercancía por mercancía, de sus tendencias, interrupciones y flujos, desplazamientos y las variaciones de precios a los que se vendió, no solo acorta el tiempo de circulación del capital y con ello estimula el aumento de la tasa de ganancia sino además crea la infraestructura material para sincronizar en un futuro no muy lejano la producción con el consumo.[12]
Si la productividad del trabajo es la fuerza principal que acorta el tiempo de producción del capital, el IoT es la mayor de las creaciones de la ciencia aplicada a la producción, se convierte en una formidable herramienta para la organización social del proceso de producción y para mejorar el volumen y la eficacia de los medios de producción. Como también tiene incidencia en la tecnología de sensores que hacen posible optimizar las condiciones naturales, resulta que el IoT juega un papel fundamental en el aumento de la productividad del trabajo y por lo tanto en la disminución del tiempo de trabajo socialmente necesario.
Por consiguiente, el IoT aumenta la tasa de ganancia ante la notable reducción de la fuerza de trabajo de alta calificación, la disminución del costo en el manejo de los datos y de la información, la predicción oportuna de fallas en el funcionamiento de los autómatas, la creciente objetivación de los procesos laborales complejos y el aumento de la masa de plusvalía.
Estos tres elementos fundamentales del IoT lo mismo inciden en la agricultura y la ganadería, que en la producción industrial y servicios complejos como la medicina y la educación. Al combinarse con la explotación capitalista del genoma y con los ordenadores de ADN, la nanotecnología, la IA y la biotecnología convergerán en una amalgama de innovaciones que tarde o temprano se revelarán como los caminos de la próxima revolución de las condiciones técnicas y sociales de la producción capitalista y con ello de una nueva forma de obtención de plusvalía relativa que estará tocando cada vez más los límites estrechos de la valorización del capital.
Cambios en las relaciones políticas y sociales
En el orden social y político, el IoT podrá ser capaz de la detección automática de las emociones y los gustos, aspectos que en los años recientes ya son comunes a través de los celulares y particularmente en las funciones complejas del software empleado en las redes sociales. En las artes y la cultura se está viviendo un proceso de masificación planetaria de los gustos, la música, los placeres, la pintura, etcétera, a través de su gestión por la IA; una buena parte de las relaciones sociales habituales ya se encuentra mediada por los celulares y sus múltiples servicios y mercancías intangibles; el IoT modifica lo cotidiano: la alimentación, las relaciones de pareja y familiares, inducidas por las evaluaciones y predicciones e inducciones de la IA. Hoy el Estado cuenta con nuevos instrumentos para la dominación política, justo los que brotan del IoT y de la IA. Con ellos se masifica en términos planetarios el espionaje, la vigilancia y el conocimiento del estado de ánimo de las clases sociales, sobre todo las dominadas; puede predecir con mayor exactitud los brotes de inconformidad, sus fuentes y actores, aunque de otro lado estas novedosas fuerzas productivas brindan al mismo tiempo nuevas condiciones para la abolición de la relación de capital, pues depositan en manos del moderno proletariado y de los campesinos pobres el conocimiento planetario de sus luchas en tiempo real, socializan sus enseñanzas, se comunican en grandes grupos y les facilita la cohesión de sus esfuerzos. Por el lado de la economía, tocan el umbral de la planificación, ya que el IoT se convierte en un autómata global que coadyuva a la coordinación del proceso social de producción.
septiembre de 2019
Fuentes consultadas
ASHTON, Kevin (2009). Esa cosa del “Internet de las cosas”, en: RFDI Journal, Junio 22, 2009. Recuperado el 10 de septiembre de 2019. https://www.rfidjournal.com/articles/view?4986
EVANS, Dave (2011). Internet de las cosas. Cómo la próxima evolución de Internet lo cambia todo. CISCO IBSG, Informe Técnico. Recuperado el 11 de septiembre de 2019.
FUNDACIÓN DE LA INNOVACIÓN BANKINTER (2011). El internet de las cosas. En un mundo conectado de objetos inteligentes. Consultado el 10 de septiembre de 2019.
http://www.belt.es/expertos/imagenes/XV_FTF_El_internet_de_las_cosas.pdf
HEWLETT-PACKARD (2016). El Internet de las Cosas. Presente y futuro. Recuperado el 1 de septiembre de 2019.
https://www.roastbrief.com.mx/wp-content/uploads/2017/03/HP_IoT_Research_Report_SPANISH.pdf
KHAN, Russel (2019). PUMA crea ID de productos digitales para una mayor participación. 11 sept 2019. Recuperado el 1 de septiembre de 2019.
https://www.rfidjournal.com/purchase-access?type=Article&id=18905&r=%2Farticles%2Fview%3F18905
LIÑAN C. Antonio, Vives, A.; Bagula, A; Zennara, M. y Pietrosemoli. Internet de las Cosas.ICTP. Recuperado el 13 de septiembre de 2019
. http://wireless.ictp.it/Papers/InternetdelasCosas.pdf
MARX, Carlos (1985). El Capital. Crítica de la Economía Política. México, Siglo XXI.
ROUSE, Margaret (2019). Internet de las cosas (IoT), en: Searchdatacenter. Recuperado el 12 de septiembre de 2019.
https://searchdatacenter.techtarget.com/es/definicion/Internet-de-las-cosas-IoT
TAVIZON-SALAZAR, Arturo; Laines, Cristina y Guajardo, Tania (2016). IoT, el Internet de las cosas y la innovación de sus aplicaciones. Mayo de 2016. Ultima actualización: 3 de julio de 2018. ISSN: 2448-5101 Año 2, Número 1 Julio 2015 - Junio 2016
[1] Conferencia pronunciada en el Quinto Congreso Internacional de Economía, organizado por la Facultad de Estudios Superiores Aragón, UNAM, el 24 de septiembre de 2019. Nezahualcóyotl, Estado de México.
[2] Doctor en Economía por la Facultad de Economía, UNAM. Docente en la Fes Aragón. melasa17@gmail.com
[3] BANKINTER (2011).
[4] ASHTON (2009).
[5] EVANS (2011).
[6] TAVIZON-SALAZAR, Laines y Guajardo (2016: 2318).
[7] EVANS, (2011)
[8] Se puede consultar a TAVIZON-SALAZAR, et. al (2016: 2320)
[9] Citado por ROUSE (2019)
[10] Nos guiamos por la concepción del proceso de trabajo expuesta por Marx en su Crítica de la Economía Política. Ver MARX (1985).
[11] BANKINTER (2011: 39-40).
[12] En el frenesí consumista, un funcionario de la empresa PUMA productora de tenis, ensalzaba las aplicaciones del IoT de la manera siguiente: “Estamos tratando de aumentar el tiempo de permanencia del consumidor, para darles una razón de permanecer en la tienda más tiempo y comprometerse con [la] marca, y para crear una conexión emocional para que construyan una relación de por vida con la marca” KHAN (2019).