A 150 años de la publicación de El Capital, de Carlos Marx

Miguel Ángel Lara Sánchez[1]

La publicación del primer tomo de El Capital, Crítica de la Economía Política en septiembre de 1867, marcó un hito en el pensamiento de la Humanidad, pues por vez primera se exponían de forma coherente, sistemática, rigurosa y científica las leyes sobre las que descansa la sociedad actual, la sociedad burguesa. Pero no solo sus leyes, sino, al decir de Marx mismo, “de las tendencias mismas que actúan y se imponen como una necesidad férrea”, según establece en el Prólogo a la primera edición alemana. [2]

Contrario a la gran cantidad de economistas e ideólogos de su tiempo, en esta obra demostró que el modo capitalista de producción no era eterno sino que, al igual que todos los que le precedieron, ocupaba tan solo un momento particular en la evolución histórica y que, al igual que se sometía a las leyes inexorables de su desarrollo, también lo hacía en las de su necesaria disolución, teniendo como sujeto de esta transformación a la clase social desposeída de los medios de producción: el proletariado.

El descubrimiento de la ley fundamental que anima las relaciones de capital, eso que comúnmente llamamos la teoría de la plusvalía, puso al descubierto el mecanismo interno de la extracción del excedente y sobre él Marx explicó el conjunto de las relaciones económicas y sociales que modelan el cuerpo todo de la producción capitalista.

Han pasado 150 años desde entonces y el curso ulterior del capitalismo mundial no hizo sino confirmar como una necesidad férrea, las tendencias evolutivas de las leyes económicas cuyas contradicciones estallan de manera periódica en diversos tipos de crisis cada vez más violentas, sacudiendo los mezquinos cimientos de la apropiación privada de la riqueza producida.

Cuando leemos en toda su extensión la Crítica de la Economía Política descubrimos el funcionamiento global y esencial del metabolismo del capital, pero también encontramos en esta obra la demostración científica de la superación del modo capitalista de producir con base en el desarrollo de sus propias leyes y contradicciones inherentes, lo cual le dio por primera vez al socialismo ese sustento científico para guiarlo en su ruta hacia la superación de lo que Marx y Engels denominaron la prehistoria de la humanidad. No es casual, por tanto, que en el Manifiesto del Partido Comunista hayan formulado ese nuevo tipo de concepción del mundo justo como el socialismo científico.

Y es que la Crítica de la Economía Política no nació hasta que se publicó el primer tomo de El Capital, sino mucho antes, desde que la lucha política en su país natal lo llevó a explicarse la naturaleza de las formas políticas e ideológicas existentes en los años cuarenta del siglo XIX, es decir, que el estudio de la Economía fue uno de los temas centrales, si acaso el más importante, de los últimos cuarenta años de su vida. Por eso existe una estrecha conexión y una notable correspondencia entre El Capital y sus llamados Borradores de 1857-1858 (Gründrisse), entre aquél y los Manuscritos económicos y filosóficos de 1844, lo mismo que con importantes obras como Trabajo Asalariado y Capital, Miseria de la Filosofía e incluso el Manifiesto mismo, por citar algunas.

Por eso la lectura de El Capital debemos hacerla junto con esas importantes obras y de manera particular con los Borradores, ya que en ellos se abre ante nuestros ojos el proceso durante el cual Marx fue estableciendo la actuación de las leyes económicas fundamentales de la sociedad burguesa hasta descubrir la ley económica fundamental que gira en torno a la creación de la plusvalía, porque en este curso se muestra la manera en que fue perfeccionando la construcción de las categorías fundamentales, pero, sobre todo, porque principalmente es en esta obra, y en menor medida en el llamado Libro VI Inédito, donde Marx prefigura con mucho mayor detalle, sin abandonar el rigor científico, las características del capitalismo en su mayor fase de desarrollo, justo la que vivimos desde fines del siglo anterior hasta la actualidad, y que anuncia el ocaso de las relaciones de capital basadas en el trabajo asalariado, llevando a sus límites esas tendencias que nos comentaba en el Prólogo aludido.

Por otra parte, El Capital no es solo una obra de naturaleza económica, sino que en ella ocurre también una notable aplicación y desarrollo de su Concepción Materialista de la Historia, de su concepción sobre el Estado, en ella se establecen los fundamentos de la moderna Sociología y las bases científicas del socialismo. Pero también constituye la máxima aplicación de su concepción filosófica á una ciencia particular, la Economía desde su visión crítica. Al igual que Lenin, decimos que Marx no tuvo tiempo de escribir un material donde desarrollara la Filosofía sobre bases materialistas, pero en El Capital dejó la más brillante de las aplicaciones de las leyes generales de la naturaleza, la sociedad y el pensamiento. En El Capital se reúnen la Lógica, la Dialéctica y la Teoría del Conocimiento en un solo haz para explicar el metabolismo económico-social actual.

Y justo es reconocer el importante papel que jugó Engels en la reconstrucción, sistematización y difusión de las leyes que explican la circulación del capital y su movimiento de conjunto, es decir, en la publicación del tomo II y III de El Capital, sin los cuales hubiese quedado trunco, o en el mejor de los casos, muy limitado el conocimiento de la reproducción del capital a escala global.

Septiembre de 2017

[1] Doctor en Economía. Conferencia pronunciada en el 150 Aniversario de la publicación de El Capital, de Carlos Marx, organizado por la Carrera de Economía de la FES Aragón, UNAM, el 5 de octubre de 2017, Nezahualcóyotl, Estado de México.

[2] MARX (1975). El Capital, Crítica de la Economía Política. México, FCE.